La polución sonora es una constante en todas las ciudades del mundo, especialmente en las grandes urbes, donde la cantidad de factores que intervienen en la vida moderna han ido convertido el silencio y apacibilidad naturales en verdaderas orquestas de polución sonora, la cual es un agente de lo más dañino para los habitantes de estas ciudades.
Una continua exposición a los ruidos fuertes de la urbanización puede llegar a afectar grandemente a nivel físico a las personas que viven en las ciudades, y ni resta mencionar que los niveles de estrés se disparan a las nubes ante una exposición a la contaminación de este tipo.
San Juan de Aznalfarache es, por desgracia, un mal ejemplo de este tipo de polución, con la inestimable colaboración de nuestros dirigentes
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